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Guía de supervivencia para quien se atreve.
Los hombres de 40 años son como un crucigrama: complicados, engañosos, y nunca estás realmente segura de tener la respuesta correcta.
Y al contrario que los crucigramas, no vienen con soluciones en la página siguiente.
Empecemos por lo básico: ¿por qué son complicados?
Porque a los 40, un hombre ya ha vivido suficiente para tener equipaje emocional, pero no lo suficiente para haberlo procesado en terapia. Ha tenido ex novias, ex esposas, ex lo-que-sea, y todas han dejado su huella. Algunas en forma de trauma, otras en forma de "ahora tengo claro lo que NO quiero" (que traducido significa "voy a proyectar todos mis problemas sin resolver contigo").
Son engañosos porque aparentan tenerlo todo: estabilidad laboral, madurez emocional (ja), un piso de verdad con muebles de verdad (no de Ikea), y ese aire de "ya sé lo que quiero de la vida". Pero rascas un poco la superficie y descubres que la estabilidad es un trabajo que odian, la madurez emocional es fingida, y lo que quieren de la vida cambia cada tres meses.
Y nunca estás segura de tener la respuesta correcta porque ellos tampoco la tienen. Te dirán que buscan una relación seria, pero luego se asustan si sugieres planes más allá de la próxima semana. Te dirán que valoran la independencia, pero se quejan si no les contestas en 5 minutos. Te dirán que están listos para algo real, pero siguen comportándose como si tuvieran 25.
El hombre de 40 vive en un limbo existencial. No es suficientemente joven para actuar como un adolescente sin consecuencias, pero tampoco lo suficientemente mayor para haber aceptado que nunca será rockstar/futbolista/CEO/lo que soñaba ser a los 20.
Está en esa fase donde se da cuenta de que la vida adulta no es temporal, que esto es lo que hay, y que probablemente ya pasó su mejor momento sin darse cuenta. Eso da bastante vértigo, y ese vértigo lo pagan las mujeres que tienen la mala suerte de cruzarse en su camino.
¿Significa esto que hay que evitarlos? No necesariamente.
Algunos (pocos, pero existen) han hecho el trabajo interior. Han ido a terapia. Han procesado sus mierdas. Han entendido que sus problemas son suyos y no tuyos. Estos son los unicornios del mundo de las citas. Si encuentras uno, aférrate a él.
El resto... bueno, el resto son crucigramas en los que puedes intentar encontrar la solución, pero probablemente te frustres antes de terminar.
La clave está en saber cuándo dejar el bolígrafo. Porque no todos los crucigramas merecen el esfuerzo. Algunos están mal diseñados desde el principio, y por mucho que te esfuerces, nunca encajarán las piezas.
Y está bien dejarlo. No pasa nada por decir "este crucigrama es una mierda" y pasar al siguiente. O mejor aún, por decidir que prefieres el sudoku.
Porque al final del día, un hombre de 40 que vale la pena no se comporta como un crucigrama imposible. Se comporta como lo que debería ser: un adulto funcional con quien puedes tener una conversación sin necesitar un manual de interpretación.
¿Existen? Sí. ¿Son fáciles de encontrar? No. ¿Vale la pena buscarlos? Depende de cuánta paciencia te quede después de los de 30.
Tú decides. Pero si eliges el crucigrama, al menos que sea uno que puedas resolver sin volverte loca en el intento.
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