¡ENVÍO GRATIS POR COMPRA SUPERIOR A 40€


O por qué lo mismo que en él es "romántico" en ella es "psicópata"
Imagina esta escena: Un hombre aparece bajo tu ventana con un radiocasete sonando vuestra canción. Romántico, ¿verdad? Ahora imagina que es una mujer quien lo hace. De repente es acoso.
Bienvenida al fascinante mundo del doble estándar romántico, donde las reglas del juego cambian según quién las juegue.
Cuando los hombres intentan gestos atrevidos, generalmente se considera romántico. Romántico es que él conduzca 200 kilómetros para darte una sorpresa. Romántico es que aparezca en tu trabajo con flores. Romántico es que te escriba 47 mensajes seguidos porque te echa de menos.
Cuando lo hacen las mujeres, tiene otro nombre: desesperada. O directamente psicópata.
Ella conduce 200 kilómetros y es "intensa". Ella aparece con flores y es "agobiante". Ella manda 47 mensajes y necesita "bajar revoluciones" o "darse a respetar". Como si el respeto tuviera algo que ver con cuántos mensajes mandas y no con cómo tratas a la otra persona.
¿Por qué seguimos perpetuando esta narrativa donde el hombre persigue y la mujer se deja perseguir? ¿Por qué ella debe esperar pasivamente a que él demuestre interés, pero si ella lo demuestra activamente es "mucho"?
La respuesta es sencilla y a la vez molesta: Porque llevamos siglos de narrativas patriarcales que nos dicen que el deseo masculino es natural y el femenino es peligroso. Que él puede querer y ella debe ser querida. Que la iniciativa es masculina y la receptividad femenina.
Pero aquí viene la parte divertida: esas reglas caducaron. Como la leche. Y huelen igual de mal cuando insistes en usarlas.
Si te gusta alguien, díselo. Si quieres mandar el primer mensaje, mándalo. Si quieres aparecer con un detalle, aparece. Y si alguien te llama "intensa" por demostrar lo que sientes, ese alguien no merece tu intensidad.
Porque no hay nada de psicópata en saber lo que quieres y ir a por ello. Lo psicópata es esperar que las mujeres sigamos fingiendo ser menos interesadas de lo que estamos para "no asustar" a hombres que, por cierto, tampoco se están haciendo ningún favor con esta dinámica.
El deseo femenino no es desesperación. Es poder. Es honestidad. Es adulto. Y cualquiera que no pueda manejarlo, francamente, no está listo para estar contigo.
Así que la próxima vez que te entren ganas de escribirle primero, de ser directa, de tomar la iniciativa, hazlo. Y si alguien tiene un problema con eso, ese es su problema. No el tuyo.
Tu deseo no es un defecto. Es una característica. Y la persona correcta lo verá como lo que es: jodidamente atractivo.
EL DOBLE ESTÁNDAR DEL ROMANTICISMO.
Síguenos el ritmo
info@estallax.com
+34 640707929
© 2025. All rights reserved.
